Sus ojos en el cielo alumbrarían tanto los caminos del aire que los pájaros cantarían ignorando la noche.
¡Pero suave! ¿Qué luz es la que asoma por aquella ventana? ¡Es el Oriente! ¡Y Julieta es el sol! Mirad cómo sostiene su mano la mejilla. Fuera yo guante de esa mano para poder acariciar su rostro.
¿Habla acaso? ¡Habla, ángel mío, de nuevo! Pues que das tanta gloria a esta noche sobre (...¡joder!) como un celeste alado mensajero.
Es mi dueña, es mi amor. O, que ella sabía que estaba...
Más peligro hay en tus ojos que en veinte espadas suyas.
¡Pero suave! ¿Qué luz es la que asoma por aquella ventana? ¡Es el Oriente! ¡Y Julieta es el sol! Mirad cómo sostiene su mano la mejilla. Fuera yo guante de esa mano para poder acariciar su rostro.
¿Habla acaso? ¡Habla, ángel mío, de nuevo! Pues que das tanta gloria a esta noche sobre (...¡joder!) como un celeste alado mensajero.
Es mi dueña, es mi amor. O, que ella sabía que estaba...
Más peligro hay en tus ojos que en veinte espadas suyas.
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