El amor no siempre es esa flecha puntiaguda y dolorosa.
Acertada.
Indudable y certera sobre su trayecto.
A veces es también un camino agrietado.
Pero queremos creer que no somos solo transeúntes en la vida del otro, sin dejar ninguna marca.
Buena o mala. Debe haber una impronta.
Porque si no somos, sencillamente, otro disco rayado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario