Las últimas veces están llenas de dudas, porque siempre nos estamos yendo. Nos estamos siempre yendo porque estamos hechos de tiempo, no tiene nada que ver con las últimas veces. "Entonces cómo sabés cuándo es la última vez"; y te contesté que simplemente no existían las últimas veces en plural si no la muerte. Y me dijiste que los hechos si terminan y solamente perduran en el tiempo, entonces sólo pude preguntarte de qué estábamos hechos, a lo que contestaste sonrojándote esbozando un: - de tiempo.
Y yo te regalé media sonrisa.
"Vivimos muy rápido y en muy poco nos apagamos" fueron tus últimas palabras. Y mientras yo tiraba las cenizas al tacho de basura de mi casa de Gualeguaychú pensaba en las veces en que jugamos a perdernos entre nosotros y no pudimos, porque en determinado momento fuimos la misma persona; después nos perdimos para siempre; te perdí para siempre, te perdiste para siempre. Acariciaste al perro y saliste por la puerta dejando una estela de melancolía en mi humo.
Las primeras veces son mucho peor que las últimas. Porque ese es el momento del que nos enamoramos y pasamos nuestros días enteros tratando de revivir, hasta que nos damos cuenta de que al lastimarnos un poco es mucho lo que cambiamos. Y se genera una constante e inconsciente guerra para ver quién destruye primero al otro mientras nos besamos y en nuestras cabezas pensamos cuánto nos extrañamos en realidad, con miedo a decirlo, como todo.
Las últimas veces empeoran las primeras porque las hacen más dolorosas (ya ni sé cuáles son peores) porque las últimas veces no existen, pero vos fuiste la excepción, porque dejaste de existir. Y como vos dijiste el amor es como las matemáticas; se pasa del cuadrado al círculo y del círculo al triángulo; cada uno es peor que el otro y no se puede volver atrás. Es por eso que, como no se puede volver del círculo al cuadrado nosotros nunca vamos a poder volver a Palermo. Ahi? Ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario