Lo que hacemos no es, sin embargo, La Vida. Muy pocas cosas están programadas por la biología. No es preciso, evidentemente, comer, beber, y dormir, tenemos capacidad de sentir y dar placer, necesitamos afecto, y valoración por parte de los otros. Podemos trabajar, pensar y acumular conocimientos. Pero como se concrete, todo ese depende de las circunstancias sociales en las que somos educados, maleducados, hechos y deshechos. Qué y cuántas veces y a qué hora comeremos y beberemos, cómo buscaremos o rechazaremos el afecto de los otros, qué escalas y qué valores utilizaremos para calibrar amigos y enemigos, qué placeres nos permitiremos y a cuáles renunciaremos, a qué dedicaremos nuestros esfuerzos físicos y mentales, son cosas que dependen de cómo la sociedad –una sociedad que no es nunca la única posible, aunque no sean posibles todas- nos defina, limite, estimule o proponga. La sociedad nos marca no solo un grado de concepto de satisfacción de las necesidades sino una forma de sentir esas necesidades y de canalizar nuestros deseos.
Así, pensar una bomba nueva, desear una lavadora de otro modelo, comer más a menudo platos variados, aunque congelados, valorar a los demás por el número de objetos que poseen y dedicar los esfuerzos afectivos a asegurar el monopolio sentimental sobre una persona, no es más “humano”, no es más “la vida”, no es más “natural” que pensar nuevos trucos de magia recreativa, desear más sonrisas, hacer una fiesta el día en que si qué comes pollo-pollo o valorar a una persona porque tiene más capacidad de gozar que tú y está dispuesta a enseñarte.
El amor, el odio, la envidia, la timidez, la soberbia…son sentimientos humanos. Pero, ¿en qué cantidad y a propósito de qué los gastaremos? ¿es lo mismo odiar a los judíos que a los subcontratistas de mano de obra? ¿es igual envidiar ahora la casa con jardín y pinada de un poderoso, cuando quedan pocos árboles, que cuando eso solo representaba un símbolo de poder o de prestigio? ¿es igual amar a una persona sometida que a una persona libre? ¿se puede ser tímido del mismo modo en un mundo donde es conveniente ser presentado para hablar con otro, que en una sociedad donde todos se tutean, tratando de imponer una familiaridad que no siempre deseamos?
“Nacer, crecer, reproducirse y morir”. De acuerdo. Eso hacemos. Pero, ¿acaso no importa cómo y cuándo nacés, qué ganás y qué perdés al crecer, porqué reproduces y de qué, y con qué humor te mueres?
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