8 de junio de 2011

Nos mirábamos a los ojos, como quien busca un cómplice para atracar un banco, y no hallábamos la respuesta deseada. A veces parecíamos acercarnos, como dos gatos en celo que solo buscan saciar un instinto animal, sin ninguna otra aspiración, sin ningún remordimiento. Pero tanto exceso terminaba por hacernos mal. Los horarios se convirtieron en el peor aliado a una vida digna. Una vida exenta de heroicidades y dependencias. Algo así como tratar de vivir de espaldas a la realidad, sabiendo exactamente donde colocar las manos, sabiendo como mover los labios. Era una estupidez. No íbamos a recuperar el momento. Nada iba a cambiar sólo porque nosotros lo hubiésemos decidido. Pero la tentación de creer que teníamos el control sobre algo, que podíamos elegir nos hacía sentir bien. Confundimos el placer con la ignorancia sólo por arrebatarnos algo, y así fue como quedamos huérfanos de XXXX con todas las cicatrices que eso conlleva.

1 comentario:

  1. carta, XXII de Calamaro a Lucía, por Dios que excelentes que son. "...Y quise saltar al vacío, sabiendo que no lo iba a lograr. Porque el vacío estaba por dentro. Porque los que saltan son los que tienen valor y desayunan con frío. Esos son los que saltan. No gente como yo, que se tienta de cruzar las vías de espaldas sólo por tratar de retroceder, o que intenta descoser las palabras para creer que se vuelve a empezar." Mi parte preferida de la carta XXI. Take care girl:)

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